Con cámaras térmicas y tecnologías similares, los almacenes podrán tomar la temperatura corporal de clientes o trabajadores para detectar posibles infectados de COVID-19.
De hecho, Amazon acaba de comprar 1,500 cámaras por 10 millones de dólares a una empresa china, que se podrían usar probablemente para el control en edificios de oficinas.
El marco jurídico para los trabajadores es distinto al de clientes o compradores en tiendas, centros comerciales, espacios deportivos, aeropuertos otros lugares públicos.
Una compañía española, Fibratel, dice que la toma de temperatura será una de las tecnologías clave en la nueva normalidad. Otra empresa española, Beabloo, presentó esta semana una solución para el control de interiores. Uno de sus elementos clave será una cámara térmica a la entrada.
La temperatura puede medirse de muchas maneras, desde termómetros de infrarrojos que apunten a la frente o la pupila, cámaras térmicas móviles o fijas. Las cámaras son uno de los sistemas más flexibles porque no requieren que el trabajador o cliente se detenga entre ellas.
Para mejorar su fiabilidad, las opciones más refinadas colocan en el campo de visión de la cámara un ‘cuerpo negro’ que sirve de referencia para calibrar la temperatura y reducir el margen de error.
La cámara capta la temperatura de todo el que entra en un recinto. La decisión de a qué temperatura poner el límite y qué hacer con quien la supere, la fijará en cada empresa o comercio.
‘El vigilante de la puerta recibirá una alerta en tiempo real en su móvil o en una pantalla, y podrá detener a esa persona. Es posible que le haga volver a pasar para verificar su temperatura’, explica Álex de Dios, director legal de Beabloo.
Es improbable que los próximos meses, multitudes de clientes entren a la vez en tiendas, lo cual facilita el sistema.
Una vez detectado el posible infectado, el vigilante puede bloquear el paso o buscar una solución intermedia. Otra solución puede ser dar una mascarilla esa persona, crear un carril rápido para atenderle antes o incluso comenzar a repartir mascarillas y guantes al resto de la gente en la tienda, explica de Dios.
Por ahora no hay una regulación específica. A la Agencia Española de Protección de Datos le preocupa la identificación del posible infectado en directo.
‘Una eventual denegación de acceso a un centro educativo, laboral o comercial estaría desvelando a terceros que no tienen ninguna justificación para conocer que la persona afectada tiene temperatura por encima de lo que se considere relevante y, sobre todo que puede haber sido contagiada por el virus’, comenta.
‘Como ocurre con otras soluciones urgentes, la medición de temperatura es solo una medida provisional que nos da la sensación de control. Pero su eficacia es discutida: ahora mismo no hay medios más eficaces y accesibles a la población’, dice Elena Gil, abogada experta en privacidad.
Con la momentánea falta de regulación concreta y el debate jurídico abierto, es probable que las empresas tiendan a querer dar las garantías que tienen a mano tanto al personal como a sos clientes.