Cuando hablamos de preservar el ambiente competitivo de Internet de amenazas de empresas con poder de mercado en la capa física de acceso, por ejemplo DSL, debemos contestar una pregunta: ¿tiene incentivos un operador con poder de mercado en dicha capa a dañar indebidamente a los competidores en los mercados adyacentes de aplicaciones y contenidos?
Revisando la literatura de política de competencia, se encuentra que el tema se discute teóricamente y que jamás se proporcionan argumentos con soporte empírico, caso común en la literatura de política de competencia. Generalmente, la agencia de competencia sugerirá en un juicio antitrust en contra de la empresa con poder de mercado en la capa física de Internet, que la misma tiene incentivos a controlar todos los segmentos relacionados, consolidando su dominio en diferentes estratos de Internet, lo cual eventualmente haría que la empresa empiece a fijar precios monopólicos y a inhibir el desarrollo de nuevos productos, afectando a los consumidores.
Este argumento estándar es susceptible de ser atacado utilizando economía industrial básica. Por ejemplo, recordemos que, bajo ciertas condiciones, la ganancia que puede obtener un monopolio utilizando su poder de mercado en la capa física de acceso de banda ancha, a fin de “controlar” el mercado adyacente de aplicaciones y contenidos, no son mayores que las ganancias que puede ganar cobrando precios monopólicos bajo un ambiente no regulado en el mercado de acceso.
Utilizando este argumento, la empresa puede sostener que no son necesarias las medidas que limiten su supuesto poder de mercado ya que, por lo contrario, una empresa con poder de mercado en la capa física de trasmisión de Internet tiene incentivos a aumentar el atractivo y la demanda de su plataforma entre los usuarios, lo cual hará que tome cualquier medida necesaria para promover la competencia en el mercado de aplicaciones e incentivar la creación de productos complementarios a su plataforma, como queda confirmado por la política de Microsoft de gastar millones de dólares en desarrolladores de software compatible con Windows.
¿Qué se podría sostener en contra de este argumento de la empresa? Una posible réplica es que una empresa con poder de mercado en una plataforma tiene incentivos a monopolizar el mercado de aplicaciones, mismo que básicamente no está regulado, si el mercado de acceso a Internet está sujeto a regulación tarifaria.
El argumento es endeble, ya que la empresa podría responder que en el ambiente de banda ancha los reguladores no han establecido topes a las tarifas que los proveedores de acceso a Internet pueden cobrar y el planteamiento es un argumento para no regularlas.
El juicio podría seguir varios años porque, entre otros factores, existen múltiples argumentos plausibles adicionales de la agencia. Por ejemplo, podría sostener que: a) una empresa con poder de mercado en una plataforma de acceso tiene incentivos a discriminar proveedores independientes de aplicaciones o contenidos si los ve como rivales potenciales que podrían eventualmente entrar al mercado de acceso, y b) una empresa con poder de mercado en una plataforma de acceso tiene incentivos a hacerlo si el mercado de aplicaciones es, en cierto grado, independiente del mercado de acceso, y está sujeto a fuertes economías de escala o a efectos de economía de red.
Ante esto, se podría concluir que un operador de acceso no regulado, que tiene poder de mercado en la capa física de transmisión DSL, podría tener incentivos a discriminar en contra de proveedores independientes de aplicaciones y de contenidos, aunque menores a los que muchos analistas creen. Frente a esto: ¿qué reglas se podrían establecer para promover una mayor competencia en el mercado de servicios de transmisión de banda ancha de última milla?
Fuente: El Economista, Fernando Butler Silva, México















