Estonia, antigua república soviética situada en el mar Báltico, se encuentra en el camino de la innovación hacia un gobierno completamente digital para reducir la burocracia.
Esta nación, con 1.3 millones de habitantes, pretende además aumentar la transparencia e impulsar el crecimiento económico. A medida que más países cambian sus servicios en línea, el experimento de Estonia ofrece una visión de cómo para las generaciones futuras podría ser la interacción con estado.
En su capital, Tallin, Oskar Lunde, de tres días de nacido duerme profundamente en su cuna del hospital. Al otro lado de la habitación, su padre enciende una computadora portátil.
‘Ahora registraremos a nuestro hijo’, dice Andrej Lunde a su esposa mientras inserta su tarjeta de identificación en el lector de tarjetas. Su esposa, Olga, mira orgullosamente.
Desde este momento, Oskar es el ciudadano más reciente en Estonia. Sin papeles, sin problemas.
El país báltico creó una plataforma que admite la autenticación electrónica y las firmas digitales para permitir las comunicaciones sin papel en los sectores público y privado.
Todavía hay algunas cosas que no pueden hacerse electrónicamente en Estonia: casarse, divorciarse o transferir propiedades, y eso solo porque el gobierno decidió que era conveniente presentarse en persona para algunos eventos importantes en la vida.
‘En un mundo ideal, en el caso de un gobierno invisible, cuando nace un nuevo hijo, ninguno de los padres tendría que solicitar nada: para obtener una licencia de maternidad, para obtener manutención del municipio, para lograr un lugar en el jardín de infantes, para ponerle el nombre al niño; todos estos servicios diferentes se entregarían automáticamente’, dijo Marten Kaevats, asesora digital nacional de Estonia, quien agrega que el objetivo es un gobierno que apoya sus ciudadanos es mantenerse alejado.
Los ciudadanos pueden monitorear sus datos y ver si algún gobierno o institución privada accede a ellos.
‘Para generar confianza, realmente hay que tener transparencia, y por ello las personas tienen acceso a sus propios datos; y es por eso que realmente pueden ver si el gobierno ha usado sus propios datos’, dijo el director del proyecto Indrek Onnik.
La plataforma se basa en un software llamado X-Road, un sistema de intercambio de datos descentralizado que vincula las bases de datos. Los datos salientes se firman y se cifran digitalmente, y todos los datos entrantes se autentican y se registran.
El gobierno, por temor a los intentos de comprometer sus fronteras con la vecina Rusia, tiene un plan de respaldo para restaurar los servicios digitales en caso de invasión o ataques cibernéticos graves: con datos de ‘embajadas’ en países como Luxemburgo, al igual que en una embajada regular, los servidores se consideran territorio estonio y le darían al gobierno la oportunidad de operar en otro lugar si fuera necesario.
Estonia ve su enfoque como un prototipo para la democracia moderna, un contrapunto a los países autoritarios que intentan usar la digitalización para controlar a sus ciudadanos, dijo el expresidente Toomas Hendrick Ilves, quien viaja alrededor del mundo hablando sobre el proyecto y demostrando a otros países que la mayor eficiencia genera confianza y mejora la gobernabilidad.
‘Los estonios odian a sus políticos tanto como todos los demás. Pero al menos, ya que la administración del Estado funciona extremadamente bien y de manera eficiente, la gente confía en el sistema’, dijo Zvica Krieger, jefe de política tecnológica y asociaciones en el Foro Económico Mundial.