El índice global de crimen organizado muestra que, aunque Asia lidera en términos generales con una puntuación de 5.47 sobre 10, Europa ha experimentado el mayor aumento, incrementándose en 0.16 puntos desde 2021.
Este análisis proviene de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional.
Dentro de los 15 mercados criminales analizados por este índice, Asia ostenta la puntuación promedio más alta, destacando la trata de personas como el mercado ilícito más extendido.
Después de Asia, África y América se posicionan como los continentes donde la delincuencia organizada está más presente en segundo y tercer lugar, respectivamente.
A nivel de países, Birmania (Myanmar) lidera la clasificación mundial, seguido por Colombia, México y Paraguay.
Por otro lado, Europa, a pesar de su aumento en los niveles de criminalidad organizada, sigue siendo uno de los continentes menos afectados por este fenómeno, con una puntuación de 4.74 sobre 10.
Este índice se basa en datos recopilados entre 2021 y 2023, abarcando a los 193 Estados miembros de la ONU, y evalúa la extensión y el alcance de la criminalidad organizada en relación con la capacidad de los países para resistirla y contrarrestarla.
En Asia, el crimen organizado ha experimentado un crecimiento generalizado en todos sus mercados, destacando el aumento en el comercio de drogas sintéticas, el tráfico de personas, la trata de personas y los delitos contra recursos no renovables.
El golpe militar en Birmania en 2021 marcó un punto de inflexión en esta tendencia, con implicaciones significativas para la dinámica regional en 2022.
En Europa, el conflicto en Ucrania ha tenido un impacto significativo en la seguridad del continente, exponiéndolo a flujos ilícitos de naturaleza diversa. Los delitos financieros son el mercado más común en Europa, ocupando el segundo lugar a nivel mundial después de Asia.
Los delitos cibernéticos también son frecuentes en todo el continente, situando a Europa en la posición número uno en este mercado.
El informe destaca que los ciberataques, perpetrados tanto desde dentro como fuera de Europa, se han utilizado durante el conflicto en Ucrania no solo por motivos ideológicos, sino también con fines financieros.
