WhatsApp se ha convertido en una plataforma descontrolada de noticias falsas y discursos de odio que está causando grandes daños en la India, siendo la forma de comunicación dominante.
La aplicación fue creada inicialmente para enviar mensajes de textos entre teléfonos móviles.
Las llamadas de voz, el chat grupal y el cifrado de extremo extremo fueron características que se conectaron a su plataforma mucho más tarde.
Facebook adquirió WhatsApp en 2014 y comenzó a hacerlo tan adictivo como su plataforma web, y además captura los datos de sus usuarios.
El problema es que WhatsApp nunca fue diseñado para ser una plataforma de redes sociales. No permite ni siquiera el control independiente más básico.
Por esta razón, se ha convertido en una plataforma descontrolada para difundir noticias falsas y discursos de odio.
También plantea serios problemas de privacidad, debido a sus raíces como un herramienta de mensajería de texto: la identificación principal de los usuarios es un número móvil, las personas son susceptibles en cualquier lugar y en todo momento al acoso anónimo por parte de otros usuarios.
En Facebook, al ver una publicación es posible, con un clic, conocer a la persona que publicó y juzgar si la fuente es confiable.
En cambio, con solo un número de teléfono y posiblemente un nombre, no hay forma de saber la fuente o intención del mensaje.
Además, cualquiera puede contactar a los usuarios y usar herramientas especiales para rastrearlos.
Lo anterior hace evidente los peligros para los niños que publican mensajes en grupos de WhatsApp, donde no queda quiénes son los otros miembros; o los riesgos para las personas que son blanco de grupos de odio.
En la India se están añadiendo funciones de pago móvil a WhatsApp, lo que aumentará drásticamente los peligros. Todos aquellos con quienes un usuario haya realizado una transacción pueden hostigarlos, ya que tienen su número de teléfono móvil. Las personas serán rastreadas de nuevas maneras.
Facebook es un producto defectuoso, pero sus fallas son pálidas en comparación con los de WhatsApp. Si se tratara de automóviles, Facebook sería el que no tendría cinturones de seguridad, y WhatsApp el que no tendría frenos.
Por estas razones, el ministro de tecnología de India, Ravi Shankar Prasad, hizo bien en exigir esta semana que WhatsApp encuentre soluciones a estos desafíos que son francamente criminales y una violación a las leyes indias. Sin embargo, las demandas que se hicieron no llegan lo suficientemente lejos.
Prasad le pidió WhatsApp que opere en India bajo una entidad corporativa local, para almacenar datos indios en el país, para nombrar un oficial de quejas y para rastrear los orígenes de los mensajes falsos.
Los problemas con WhatsApp, sin embargo, son más fundamentales. No puede tener espacios públicos para reuniones sin medidas de seguridad para ciudadanos desprevenidos.
La función de chat en grupo de WhatsApp debe deshabilitarse
hasta que se rediseñe por completo con la seguridad y protección necesarias. Esto por sí sólo podría detener la carnicería que está sucediendo.
El país necesita tener leyes que otorguen expresamente y explícitamente a sus ciudadanos la propiedad de sus propios datos. Luego, si una empresa desea utilizarlos, debe informarles que se están recopilando y cómo se están utilizando, además de solicitar el permiso para usarlos.
Los problemas que surgen del pillaje corporativo sin rostro son solubles solo a través de la aplicación del respeto y la responsabilidad legal.