Por Ernesto Piedras y Diana Fernández del Campo, The CIU
El segmento de mayor dinamismo en las telecomunicaciones mexicanas es la Banda Ancha (BA) que, tanto fija como móvil, mantiene elevadas tasas de crecimiento. La banda ancha fija presenta signos de desaceleración, mientras la banda ancha móvil (BAM), mantiene crecimientos a dos dígitos. La BA fija crece actualmente a un ritmo de 7.6% anual, alcanzando 15.3 millones de conexiones al 1Q13, que representan una penetración de 12.9 por cada 100 habitantes.
La diversificación de servicios móviles ha permitido un destacado crecimiento de 39% en la BAM, sumando 12.1 millones de usuarios en 1Q13, destacando la creciente adopción del servicio entre la población mexicana, con una penetración de 10.2%.
Pero, ¿cuánto suman 15.3 más 12.1?
Es precisamente aquí donde surge un interesante ejercicio de aritmética de las telecom, ya que la suma de accesos totales de banda ancha en el país, fijos más móviles, no necesariamente cuenta con la propiedad aritmética lineal acceso-usuario. Es decir, que 12.1 + 15.3 no suman 27.4 millones de accesos disponibles para toda la población. Como en muchas otras esferas de la vida nacional, el tema de la inequidad de la distribución afecta en el campo de la conectividad de banda ancha.
En primer lugar, es posible suponer, tanto por el acceso a la tecnología, el NSE o la disponibilidad de ingresos, que los 12.1 millones de usuarios de banda ancha móvil cuentan también con una conexión fija en sus hogares, escuelas o trabajos. Así, podríamos considerar que 12.1 de los 15.3 millones de accesos fijos se reparten entre los mismos usuarios que cuentan con BA móvil, dejando solamente 3.2 millones de conexiones para el resto de la población.
Ahora bien, si descontamos de los 47.2 millones de internautas que hay en México a los 12.1 millones de afortunados usuarios que cuentan con plena conectividad; es decir, una banda ancha móvil más al menos una fija, nos quedan todavía 35.1 millones de usuarios que deben repartirse los 3.2 millones de conexiones restantes. Este resultado nos da una relación de casi 11 usuarios por conexión, y sólo considerando a los internautas, no así a todos los marginados digitales que ni siquiera acceden al servicio.
Este simple ejercicio de aritmética pone de manifiesto la realidad de la banda ancha en México. Para empezar, más del 60% de los mexicanos ni siquiera se consideran internautas. De ahí, los más de 35 millones que sí desean mantenerse conectados pero no tienen los medios para hacerlo de manera personal, deben compartir una conexión con otros 10 usuarios en promedio. Lamentable ¿no?
Es verdad que el mercado por sí mismo hace mucho, pero no lo puede todo. Es justamente en este punto donde llegamos a lo que se conoce como el Mercado Social, que comprende a todos aquellos marginados digitales que todavía no cuentan con acceso a estos servicios y no podrán hacerlo sin el apoyo de una política pública directa.
Esta situación pone de manifiesto la urgencia de una política regulatoria para el impulso de la BA, ya sea a través de un aumento en el gasto social, la creación de alianzas público-privadas o cualquier otra medida que garantice el acceso generalizado de la población. Solo así se podrá asegurar que los desconectados tengan la oportunidad de dar el salto tecnológico de conectividad que demanda el desarrollo nacional.