Las campañas electorales de Donald Trump y Joe Biden gastaron más de 200 millones de dólares en publicidad en Facebook, un reflejo de que las redes sociales incrementaron aún más su influencia en los comicios generales en Estados Unidos.
Según los datos más recientes del informe publicitario que incluye a Facebook e Instagram, la campaña del republicano Trump destinó en estos comicios 110 millones de dólares, mientras que su rival demócrata, Joe Biden gastó 107 millones de dólares.
En comparación, en la última carrera presidencial en 2016, Trump y la entonces aspirante demócrata, Hillary Clinton, tuvieron un gasto total en la red social de 81 millones de dólares, es decir, que entre los dos candidatos hace cuatro años se gastaron menos dinero que Trump y Biden este año de manera individual.
En Google, el otro gran receptor de publicidad en línea en EU y que incluye YouYube, Biden invirtió en publicidad este año 81 millones de dólares, mientras que Trump se gastó 77 millones, y grupos afines a uno y otro candidato pagaron conjuntamente más de 100 millones adicionales por publicidad.
La excepción a esta tendencia es Twitter, que en octubre del año pasado anunció que prohibía todos los anuncios políticos en la plataforma, un movimiento financieramente arriesgado dirigido a aliviar la presión que estaba recibiendo por parte de activistas y legisladores.
Las compañías de internet también han aumentado su influencia sobre el proceso electoral mediante las donaciones a candidatos, que este 2020 han sido las más elevadas jamás registradas en la industria, la mayoría apoyando al partido demócrata.
Así, el cofundador de Facebook y actual CEO de Asana, Dustin Moskovitz, donó 24 millones de dólares a la causa demócrata; el director ejecutivo de Netflix, Reed Hastings, otros 5 millones, y el CEO de Google Eric Schmidt, otros 6.
Esta apuesta tan escorada al Partido Demócrata (según el Centro para una Política Reactiva, el 98% de las donaciones vinculadas a empresas de internet fueron a los demócratas) ahondará aún más en los recelos de los republicanos hacia la industria, a la que acusan de sesgada y de atacar sus intereses.