En términos de consumidores, las personas estamos en una gran fase de evolución donde el empoderamiento que nos brindan las nuevas tecnologías incide incluso en nuestra calidad de vida.
Las facultades personales y de nuestros sentidos se extienden y potencian gracias a las innovaciones tecnológicas en movilidad, ubicuidad, practicidad, etc., dentro de entornos en los que actuamos y de los cuales nos apropiamos cada vez más.
Recientemente se anunció que los autos conectados serán capaces de hacer reconocimiento facial del automovilista para ofrecer controles de seguridad y privacidad, así como una experiencia personalizada en el manejo del auto.
Con cámaras externas, el conductor puede recibir instrucciones en el camino y tener experiencias personalizadas. Con simples gestos y comandos de voz es posible tener interacciones con el auto de manera natural y sencilla.
El Internet de las Cosas es un fenómeno sin límites que cada vez más nos otorga un empoderamiento personal dentro de nuestros ámbitos, de manera sencilla, cómoda y accesible en todo momento y lugar, no sólo para fines prácticos en nuestra vida cotidiana, sino para potenciar decisiones que tienen que ver con nuestra calidad de vida, sea en temas de salud, de seguridad, de comodidad, de nuestro patrimonio y en general en el ámbito de la convivencia.
Al parecer, la realidad adquiere una nueva dimensión cuando la tenemos a nuestro alcance.